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Departamento de Estado de los Estados Unidos
   

Palabras pronunciadas ante el Consejo Permanente de la OEA

Sr. Presidente, distinguidos miembros del Consejo, Observadores Permanentes, Secretario General Adjunto, funcionarios de la OEA, amigos:

Desde que tuve el honor de desempeñar el cargo de Representante Permanente Adjunto de los Estados Unidos hace 12 años, han cambiado muchas cosas. Mi personal me ha advertido, por ejemplo, que los discursos floridos ya no se estilan y que la brevedad es la norma ahora en el Consejo Permanente. Debo decir que se trata de un cambio que me gusta mucho. Amigos, seré breve. Sr. Presidente, como diplomático que ha dedicado prácticamente toda su carrera profesional al Hemisferio Occidental y como persona con numerosas y antiguas amistades en la región, me dedico con entusiasmo a la Organización de los Estados Americanos y a los ideales que representa, promueve y defiende.

La diplomacia multilateral funciona en la OEA porque todo el Hemisferio Occidental ―a excepción del tirano solitario de Cuba― ha adoptado la democracia como el sine qua non del desarrollo social, político y económico, un derecho de todos los pueblos, que los gobiernos deben promover y defender ―siempre y en todas partes.

Después de la promulgación de la Carta Democrática Interamericana, ningún estado miembro de la OEA puede ser un espectador desinteresado ante lo que ocurra en nuestro Hemisferio. Cualquiera de las acciones que socaven el orden democrático o que amenacen la seguridad y el bienestar de la región son motivo de genuina preocupación para todos. Ni como organización ni como personas abandonaremos a nuestros vecinos.

La Carta Democrática se ha invocado y ejecutado formalmente en Venezuela, y se sigue sometiendo a prueba. Ahora es importante que la comunidad internacional, encabezada por la OEA, vele por que el acuerdo facilitado por el Secretario General se lleve a la práctica y que la Resolución 833 para la búsqueda de "una solución pacífica, democrática, constitucional y electoral" sea aplicada cabalmente y de buena fe por todas las partes interesadas ―el gobierno electo, las instituciones políticas de Venezuela y todos los integrantes de la oposición.

En Haití, con la Carta Democrática como guía, la OEA adoptó la Resolución 822, que estipula un curso de acción bien definido para el Gobierno de Haití y la oposición. El acatamiento de la Resolución 822 y la presencia de la Misión Especial de la OEA allí sigue siendo la mejor esperanza para resolver el impasse político y establecer un clima favorable a la realización de elecciones libres y justas.

Los terribles sucesos del 11 de septiembre de 2001 llevaron a la OEA a tomar medidas drásticas y eficaces para coordinar una respuesta regional de combate al terrorismo en el Hemisferio. La OEA le dio nuevo impulso al Comité Interamericano contra el Terrorismo y luego los estados miembros negociaron en tiempo récord la Convención Interamericana contra el Terrorismo.

La Carta Democrática y la respuesta al terrorismo ponen de relieve la habilidad de la OEA para transformar el consenso hemisférico en medidas concretas, por ejemplo, luchar contra la corrupción mediante la Convención Interamericana contra la Corrupción y combatir el abuso de drogas y el tráfico de estupefacientes por medio de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas y su Mecanismo de Evaluación Multilateral.

La lista de iniciativas recientes de la OEA para llevar a la práctica los mandatos de la Cumbre de las Américas es larga y asombrosa. La recién creada Secretaría para el Proceso de la Cumbre es un importante símbolo del compromiso de la OEA para velar por que esas reuniones en la Cumbre tengan seguimiento. El Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral trabaja en campos que van desde educación, becas y adiestramiento hasta desarrollo sostenible y ciencia y tecnología, y ejecuta programas regionales en asociación con numerosas instituciones públicas y privadas del Hemisferio. En particular, necesitamos buscar mejores formas de abordar las necesidades de desarrollo de los estados miembros más pequeños y más vulnerables, especialmente en el Caribe.

Otros ámbitos de la OEA y de sus organizaciones especializadas se ocupan de la resolución de conflictos; los derechos de las mujeres, los niños y los pueblos indígenas; el tráfico de personas; el desarrollo agrícola; y medidas de fortalecimiento de la confianza y la seguridad con el fin de reducir las tensiones entre los estados miembros y dentro de ellos, para citar sólo algunas.

Los Estados Unidos se han comprometido a lograr resultados fructíferos de la Conferencia Especial sobre Seguridad Hemisférica. Nuestra seguridad hemisférica común se apoya en los pilares de democracia, prosperidad y paz. Nuestra tarea es definir nuestra visión hemisférica común de la seguridad regional en el siglo XXI. Esto exigirá el apoyo constante a los mecanismos e instituciones existentes, entre ellos nuestra propia Carta de la OEA y el Tratado de Río.

Señor Presidente, la Organización de los Estados Americanos nunca ha sido tan pertinente como ahora para abordar las principales inquietudes hemisféricas. Sin embargo, la OEA apenas acaba de empezar a emplear su potencial para cumplir con sus mandatos, y hay que afrontar nuevos retos que exigirán una nueva voluntad política de parte de los estados miembros. Entre estos retos se encuentran:

Aplicar la Carta Democrática Interamericana a todo el Hemisferio, sin dejar fuera a ningún país ―y algún día la Carta Democrática servirá de modelo para una nueva Cuba democrática, donde se garanticen los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Mejorar los elementos de la OEA que tienen que ver con el fortalecimiento de la democracia, de tal forma que los estados miembros puedan hacer los cambios institucionales necesarios para permitir la movilidad social ascendente basada en la igualdad de oportunidades.
Consolidar las instituciones nacionales en cada país para complementar la marcha hacia un Área de Libre Comercio de las Américas, que es la clave para el empleo, el crecimiento y el combate eficaz a la pobreza.

Proseguir la línea de acción que aborda de manera realista las amenazas a la seguridad después del 11 de septiembre, ya sean de la delincuencia organizada transnacional o de terroristas internacionales y nacionales.

Ayudar a los países a afrontar de manera eficaz la delincuencia interna en proceso de desarrollo en un momento de tanta inseguridad ciudadana en las zonas urbanas y rurales.
Poner en práctica el nuevo crecimiento mediante inversión en los mandatos de los pueblos y gobiernos que esperamos que surjan de la próxima Cumbre Especial de las Américas.

A lo largo de los últimos 12 años, el Hemisferio y, ciertamente, la OEA han logrado enormes progresos; sin embargo, no hemos conseguido desterrar el legado de décadas de pobreza, corrupción y hasta políticas totalmente erróneas.

Sr. Presidente, hoy en día el Hemisferio está en conmoción y todos lo sabemos. Muchos de los líderes electos en la región luchan con problemas políticos, económicos y sociales persistentes. Las economías de la región no crecen lo suficientemente rápido para generar empleos suficientes para las poblaciones en aumento y mucho menos para aliviar la pobreza extrema.

La corrupción y la ineficiencia han estancado el desarrollo y generado el descontento popular y, en algunos casos, la violencia, que las instituciones nuevas y relativamente débiles de los gobiernos democráticos se ven obligadas a controlar.

La superación de estas dificultades exige liderazgo y voluntad política de parte de los líderes hemisféricos individualmente. La OEA aporta un considerable valor agregado y puede desempeñar un importante papel catalítico en estos esfuerzos. Los Estados Unidos están listos para trabajar muy de cerca con nuestros asociados de la región, con la OEA y por medio de ella para superar esas dificultades.

Podemos lograr esto mediante el seguimiento de nuestros compromisos para que el gobierno democrático sea más eficaz y digno de credibilidad. Debemos continuar defendiendo las políticas que tienen una trayectoria comprobada de éxitos, tales como la reforma del libre mercado, la liberalización del comercio, el respeto del estado de derecho, el derecho a la propiedad y sólidos principios macroeconómicos.

La OEA y las organizaciones especializadas del sistema interamericano deben ayudar a los gobiernos a invertir en sus pueblos, de tal forma que la gente de toda condición cuente con los medios necesarios ― como educación, atención básica de salud y oportunidades de empleo― para alcanzar la parte que le corresponde de las oportunidades económicas, mejorar la calidad de su propia vida y contribuir al bien común.

El compromiso del Presidente Bush con el Hemisferio nace de su visión para el Hemisferio Occidental ― "una sociedad de países fuertes e iguales y prósperos que viven y comercian en libertad". Trabajar en estrecho contacto con instituciones multilaterales del Hemisferio, como la OEA, el Banco Interamericano de Desarrollo, la OPS y el proceso de la Cumbre, y por medio de todas ellas, es un principio clave de la política exterior de este gobierno.

Pero mi Presidente sería el primero en poner de relieve el volumen de trabajo adicional y el sacrificio y el cambio que todos debemos aportar a nuestros programas de trabajo e instituciones del Hemisferio, si queremos cumplir la promesa de la Carta de la OEA, la Carta Democrática Interamericana, el Consenso de Monterrey y los Planes de Acción de las diversas Cumbres.

El camino por recorrer está claro. Tanto en forma colectiva como individual, debemos hacer un llamamiento a la voluntad política y comprometernos a ejercer el liderazgo que sea necesario para tomar decisiones difíciles si queremos avanzar.

Para terminar, quisiera recordar los comentarios del Secretario Powell la semana pasada en la ceremonia en que presté juramento. Afirmó que "No cabe duda de que la OEA es nuestra casa. Nos sentimos bien aquí ―negociando como asociados en pie de igualdad con los amigos que comparten nuestro compromiso con la libertad, la democracia, las libertades individuales y las oportunidades para todos". Es bueno estar en casa. Gracias, Sr. Presidente.

  
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