Escudo E.U.
Embajada de los Estados Unidos
INFORMACIÓN DE FONDO


Discurso de Aceptación del Premio al Diplomático Distinguido
en la Universidad de Denver

* * Texto anticipado – favor de cotejar con el discurso como fue pronunciado * *

Denver, Colorado

16 de agosto de 2005

Muchas gracias. Es un gran honor para mí estar reunido con ustedes esta noche en la cena dedicada a la memoria del Dr. Korbel. Quiero agradecer al Decano Tom Farer y a los miembros del Patronato por su invitación. También estoy profundamente agradecido con la Escuela de Posgrado en Estudios Internacionales por haberme seleccionado para recibir el Premio al Diplomático Distinguido de la Universidad de Denver, y en particular me siento honrado por ser reconocido junto a Charles Fote y Joy Burns.

Es un placer estar aquí junto con el Alcalde John Hickenlooper, la Representante Diana DeGette, el Canciller Bob Coombe y otros miembros del Cuerpo Diplomático, incluyendo al Cónsul General de México Juan Marcos Gutiérrez González.

Señor Alcalde, nuestras oficinas han estado trabajando juntas para lograr la extradición del individuo que asesinó al oficial Donnie Young e hirió al oficial Jack Bishop en junio para después huir a México. Sé lo importante que es este asunto para ustedes, para la Sra. Young y para la comunidad de Dénver, y quería asegurarles que continuaremos trabajando con ustedes para llevar a Raúl García Gómez ante la justicia.

El Doctor Josef Korbel fue un gran hombre y un maestro talentoso que dedicó su vida a estudiar la interacción de las personas y las naciones. Tenía una fe inmensa en su país adoptivo como un pilar moral para el resto del mundo en la lucha contra el comunismo, y su sueño de llevar la democracia a los pueblos oprimidos.

Hoy en día, la influencia de Korbel es evidente en el trabajo de sus colegas y estudiantes, entre los que se encuentran dos Secretarias de Estado: su hija Madeleine Albright y mi jefe, la Secretaria Condoleezza Rice, quienes han defendido la causa de la democracia desde Belgrado hasta Bagdad.

Comparto esta fe en la misión excepcional de los Estados Unidos y, por lo tanto, es un placer y un privilegio ser reconocido como parte de esta tradición.

El mundo aprecia cada vez más los esfuerzos decididos del Presidente Bush para terminar con la tiranía en esta misma tónica, reconociendo que los Estados Unidos y sus aliados internacionales han ayudado a los pueblos de Afganistán e Irak a deshacerse de regímenes brutales y a buscar sus propios caminos hacia la democracia y la libertad.

Los intereses nacionales de los Estados Unidos – y las vidas de decenas de millones que han emergido de la opresión – se han beneficiado de estas labores históricas.

Mientras que dramáticas revoluciones llevaron el poder transformador de la democracia a éstas y otras naciones, una evolución gradual hacia una sociedad más abierta y mercados libres ha continuado desarrollándose en México y América Latina. Los caminos pueden ser diferentes, pero cada nación muestra cómo la democracia – en que los ciudadano puedan elegir a sus propios líderes – fue capaz de transformar al mundo, no sólo en la época de Josef Korbel, sino también en la nuestra.

El Decano Farer me ha pedido que esta noche comparta con ustedes mis perspectivas sobre las relaciones entre México y los Estados Unidos, y lo que el futuro tiene reservado para estas dos grandes naciones. He pasado la mayor parte de mi vida inmerso en la apasionante cultura de México, por haber crecido en el sur de Texas, luego por haber estudiado en México, y ahora por haber pasado casi tres años en su capital. Ningún otro país tiene un impacto sobre los Estados Unidos como México, y ningún otro país está tan conectado a los Estados Unidos y a su pueblo a un nivel tan elemental.

Cuando mantenemos el equilibrio, cuando “acertamos”, notamos muy levemente la notable coexistencia entre mexicanos y estadounidenses. Cada día intercambiamos visitantes y hombres de negocios, diplomáticos y manos campesinas, académicos y artistas y, mientras las cosas van bien, ese intercambio y la energía que genera pasa desapercibida en su mayoría. Sin embargo, cuando algo sale mal, esos asuntos brindan el contenido a lo que parece ser una cantidad interminable de programas de noticias por cable y de radio hablados, 24 horas al día.

El hecho es que casi siempre nos preocupan eventos o amenazas inminentes de otras partes del mundo, y algunos ven esto como una evidencia de que subestimamos nuestra relación con México. Y, a pesar de que es cierto que esta parte del mundo no siempre es el principal objetivo de nuestra política exterior, eso no quiere decir que nuestra relación con México es de menor importancia.

México es una democracia líder y un poder económico en América Latina, así como un miembro sólido de nuestra sociedad norteamericana. Ningún reto del resto del mundo podrá cambiar esto.

Como líderes diplomáticos, políticos, académicos y empresariales, debemos trabajar hacia una visión de las relaciones México-Estados Unidos que no sea exclusivamente estadounidense o mexicana sino algo nuevo, una visión que sea única y respetuosa de nuestros respectivos orgullos históricos. Nuestra meta debería ser una nueva visión norteamericana que ofrezca inspiración y dirección, no sólo a la relación México-Estados Unidos, que ya de por sí es dinámica, pero también al resto del continente.

A lo largo de los Estados Unidos, México y Canadá, compartimos el ideal de un continente libre del terrorismo, competitivo en la economía global, y a favor de instituciones democráticas fuertes. La nueva visión norteamericana debe alimentar esas metas, al mismo tiempo que respeta nuestras diferencias en cuanto a identidad nacional.

Tratar de alcanzar esta visión implica trabajo conjunto cercano, y comunicación respecto a una amplia agenda común que comience por la seguridad de nuestras fronteras, y dependa del flujo legal de personas y bienes. Ambos países deben cooperar a favor de la protección de nuestros ciudadanos en cuanto a la violencia derivada del narcotráfico y el crimen organizado. Ambos países deben competir de manera efectiva en el mundo. Ambos países deben atender la pobreza mientras promueven el desarrollo responsable en sus comunidades y la educación de la fuerza laboral del futuro. Y ambos países deben lidiar con una convergencia que es motivada por los mercados y, sí, ambos países deben hacer todo esto teniendo de fondo una relación histórica que no ha sido siempre fácil.

Ésta, es una relación compleja, con grandes oportunidades para un futuro seguro y próspero, pero llegar a ello requiere de cierto entendimiento real – no estar en total acuerdo – sobre cómo atender los problemas que compartimos y los obstáculos que enfrentamos.

Piensen en la migración. Posiblemente el asunto más sensible, del que más se habla y el reto menos comprendido que enfrentan nuestras dos naciones. Los políticos en ambos países se apresuran a decirle a sus contrapartes cómo resolver el problema, pero poco es lo que cambia y las condiciones actuales cada vez son más alarmantes, y cada día son más descontroladas.

El presidente Bush ha dicho que “Nuestro sistema migratorio es obsoleto – inapropiado para las necesidades de nuestra economía y los valores de nuestra nación”. Él ha hecho un llamado a favor de un sistema migratorio humano y racional, que rechace la amnistía, pero que ponga en contacto a los trabajadores dispuestos a trabajar con los empleadotes dispuestos a contratar trabajadores en apoyo de nuestra creciente economía. Y la reforma migratoria debe permitirnos supervisar quién entra y sale de los Estados Unidos, dándonos la oportunidad de enfocar nuestros recursos a detener a aquellos que pudieran tratar de hacernos daño. Parece bastante simple.

Pero la realidad es que hay serios obstáculos políticos para reformar las leyes migratorias estadounidenses. Me preocupa que los mexicanos y sus líderes, o aún los estadounidenses, no vean en su totalidad la dificultad de implementar la propuesta que ha sugerido el presidente Bush. No sólo se trata de un asunto de la izquierda contra la derecha, o de demócratas contra republicanos, porque la migración afecta a las personas de tantas maneras, y la mayoría de las veces las perspectivas de la gente sobre estas cuestiones se forman a partir de verdades a medias o expectativas poco realistas.

Pero la reforma migratoria es crucial para los intereses nacionales de ambos países. He tratado de dejar en claro, ante los líderes mexicanos, que la reforma será más factible cuando el pueblo estadounidense y nuestros líderes sientan confianza en cuanto a la seguridad de nuestra frontera, y en cuanto a que México esté creando oportunidades económicas reales para sus ciudadanos.

El trabajo conjunto para que nuestra frontera sea más segura y menos vulnerable, además de acelerar el desarrollo económico de México, reducirá las presiones migratorias y creará un clima que nos permitirá generar soluciones de mayor alcance para los otros retos que enfrentamos.

Claramente, México tiene un papel central en cualquier estrategia dirigida a lograr un continente norteamericano libre de terrorismo. Y han sido firmes aliados en nuestros esfuerzos contra el terrorismo. México se da cuenta, al igual que nosotros, de que un ataque terrorista en algún puerto de entrada comercial como Laredo, Texas, afectaría profundamente la economía norteamericana.

Piénsenlo. El comercio total entre los Estados Unidos y México en ambas direcciones es de cerca de 300 mil millones de dólares, y Laredo, Texas, es el mayor puerto de entrada terrestre de los Estados Unidos. Cerca del 50 por ciento de nuestro comercio con México pasa únicamente a través de esta ciudad. Traten de imaginar el impacto, no sólo sobre México, sino sobre los Estados Unidos, que tendría que nueve mil camiones de carga que cruzan el puente “World Trade” en Laredo diariamente, de repente se detuvieran debido a algún ataque o amenaza terrorista.

Piensen en los empleos que se perderían aquí en los Estados Unidos, no en México, y piensen sobre el impacto que tendría sobre los consumidores, una vez más, aquí en Estados Unidos.

Afortunadamente, hemos tenido éxito en varios frentes, incluyendo en la implementación de programas contra el terrorismo y el contrabando que expeditan los cruces fronterizos, al tiempo que aseguran que el tráfico comercial se mantenga libre de contrabando o armas. Al asegurar nuestra frontera compartida contra los extremistas, los Estados Unidos y México han encontrado un punto de interés común en un área delicada.

A pesar de nuestros éxitos, nuestro intercambio económico y cultural con México sufre la amenaza de la continua violencia mortal causada por el narcotráfico a lo largo de la frontera. Los cárteles de la droga y la violencia que provocan en la región están destruyendo la trama social y económica de nuestras comunidades fronterizas. Si esa violencia se controla, de Matamoros a Tijuana, minará seriamente las inversiones, el turismo y la calidad de vida de nuestros ciudadanos mucho más allá de la frontera, tanto al norte como al sur.

Hace varias semanas ordené el cierre temporal de nuestro consulado en Nuevo Laredo como resultado de una balacera entre cárteles rivales de narcotraficantes y una invasión a una casa en la que se utilizaron armas de tipo militar. El cierre permitió que nuestro personal de seguridad tuviera tiempo de evaluar los riesgos potenciales a nuestros empleados estadounidenses y mexicanos, al igual que a los ciudadanos de ambos países que visitan el consulado para solicitar servicios. El consulado se reabrió al público sólo después de que los más altos niveles del gobierno mexicano me aseguraron que se asignarían los recursos para afianzar la seguridad de nuestra gente.

Hay quienes han dicho que ordené el cierre para castigar al gobierno mexicano por fracasar en el control de la violencia en la región. Y hasta cierto punto es verdad, y he sido muy claro: mi responsabilidad primaria como embajador es la seguridad de los ciudadanos de Estados Unidos, y no vacilaré en tomar medidas cuando se encuentren en riesgo.

También tomé esas medidas para enfatizar que la seguridad de la región fronteriza puede ser un esfuerzo conjunto, y que simplemente echar culpas no sería productivo. Los Estados Unidos están comprometidos a hacer su parte para restaurar la ley y el orden en la región fronteriza, y reconocemos la cooperación y compromiso que estamos viendo por parte de la administración del presidente Fox en este esfuerzo.

Pero los líderes en ambos lados de la frontera se dan cuenta que no podemos permitir que los capos de la droga y sus gorilas controlen esa franja de tierra que representa el dramático punto de convergencia en nuestra visión compartida de una América del Norte segura y próspera. Entre más tiempo continúe esa violencia, más difícil será para muchos estadounidenses hablar de los mexicanos como nuestros socios confiables y con los cuales compartimos intereses. Una respuesta agresiva a la violencia fronteriza es una manera de evitar que se hable de construir muros, cuando lo que más nos conviene es construir puentes.

Y ciertamente México es, literal y culturalmente, un puente crucial hacia el resto de Latinoamérica. Una de las mejores maneras en que podemos aumentar la prosperidad es eliminando barreras al comercio, y permitiendo la creación de más empleos competitivos y precios más bajos para los consumidores.

Los Estados Unidos han firmado acuerdos trascendentales de libre comercio con Chile, y este mismo mes, con Centroamérica y la República Dominicana. Están en progreso pláticas con Colombia, Ecuador y Perú, encaminadas a un acuerdo comercial andino y actualmente estamos trabajando de lleno en negociaciones comerciales con Panamá.

Estos esfuerzos deben de demostrar el vínculo que los Estados Unidos tienen con Latinoamérica. Estamos comprometidos con el ideal de un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas plenario como un recurso para mejorar las vidas de la gente desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

El pueblo estadounidense también ha apoyado préstamos y paquetes de ayuda internacionales para Brasil, Uruguay, Colombia, Bolivia, Argentina y la República Dominicana en tiempos turbulentos.

La Cuenta Global del Reto del Milenio del Presidente Bush sustancialmente aumenta la asistencia para el desarrollo por parte de Estados Unidos, y recompensa a los países que se comprometen a tener un gobierno justo, invirtiendo en sus pueblos, y estimulando el libre comercio. De hecho, Honduras y Nicaragua estuvieron entre los primeros países en firmar acuerdos con los Estados Unidos bajo esta iniciativa, y Bolivia y Paraguay también están buscando acuerdos similares.

No se equivoquen: los estadounidenses son un pueblo generoso. Nos involucramos en proyectos de desarrollo y en ayuda internacional no sólo como parte de un frío cálculo para sostener gobiernos tambaleantes, sino como una forma de compartir los beneficios con los que hemos sido bendecidos.

En todo el continente americano la gente da la bienvenida al intercambio cultural del arte, la música y el contacto personal con estudiantes y turistas, y al diálogo con líderes económicos y cívicos de los Estados Unidos.

Sin estos intercambios, en el continente somos vistos comúnmente como los apagadores de fuego que llegan en medio del caos, apagan las llamas y se van. Esto puede resolver las necesidades inmediatas, pero estamos desperdiciando una oportunidad adicional para mostrar lo mejor de los Estados Unidos, de hablar de nuestro país al tiempo que sacamos las chequeras... para demostrar nuestro continuo compromiso con el desarrollo de la región... para construir puentes, en vez de ofrecer únicamente salvación financiera.

Tras siglos de cataclismos y revoluciones en el Nuevo Mundo, hemos reconocido lo que puede pasar cuando la promesa económica no se cumple. Si las economías fracasan en la distribución, la gente pierde la esperanza y la fe en sus instituciones públicas, y dan la espalda al comercio y a la democracia, y se inclinan por el tipo de demagogia que comúnmente ha plagado a América Latina.

Este ha sido el caso en Venezuela, donde la democracia ahora enfrenta una prueba seria, y en Cuba, el último bastión de la tiranía en medio de un continente de democracias. Un país donde el dictador ha resistido tercamente cualquier avance hacia la apertura, el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales del pueblo cubano.

El próximo año será crucial para la evolución de la democracia en América Latina. Varios países tendrán elecciones nacionales, incluyendo México. Por segunda ocasión en la memoria histórica, los votantes mexicanos depositarán sus boletas en unas elecciones que serán transparentes y competitivas - y con un resultado incierto... El sistema político mexicano no se ha "revolucionado" de la manera dramática como se esperaba cuando Vicente Fox fue elegido en julio del 2000, pero los cambios han sido significativos.

Cuerpos independientes electorales de los estados y a nivel federal vigilan que las elecciones sean libres y justas, y monitorean los gastos de campaña. La legislatura y el poder judicial han desempeñado mejores papeles en la realización y revisión de políticas y el Presidente Fox ha respetado el mandato constitucional de la presidencia. La prensa lleva a cabo un importante papel al generar la discusión y difundir la investigación, en vez de únicamente reproducir consignas partidarias.

Estos cambios pueden parecer menores, pero tomados en conjunto, muestran que los mexicanos se están moviendo hacia una forma de gobierno que realmente les da una voz en sus instituciones y que respeta todas sus ramas de gobierno - y sí, incluso significa que los mexicanos están ocasionalmente frustrados por algo nuevo: los empantanamientos políticos que bien conocemos en Estados Unidos.

La visión del Presidente Bush es la de un hemisferio que sea seguro, próspero y democrático. Estamos alentando la evolución de la democracia y la increíble transformación que trae, buscando maneras de extender los beneficios en todos los niveles de la sociedad. Podemos y debemos trabajar hacia la generación de un nuevo "Sueño para las Américas" para toda la gente del continente, mientras continuamos siendo una guía para el mundo... Ciertamente algo ambicioso, pero digno del hombre que dio origen a la celebración de esta noche.

Otra vez, gracias por la oportunidad que me dan de visitarlos hoy. Para Tom y Joy mis agradecimientos, así como al Comité Universitario por honrarme con este extraordinario premio. Disfruten de la velada y que Dios nos bendiga a todos.

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