DISCURSO DE CEREMONIA DE GRADUACION COLEGIO UNIVERSITARIO DEL ESTE PUERTO RICO 8 de junio de 1999 Buenos d¡as. Estoy particularmente complacida de estar aqu¡ en mi querida isla de Puerto Rico para celebrar esta s‚ptima graduaci¢n del Colegio Universitario del Este. Quisiera extender mis felicitaciones a cada uno de los alumnos egresados y a sus familiares. Uds. han recorrido un largo camino y deben de estar muy orgullosos. El comediante Bill Cosby, ha publicado un nuevo libro acerca de la graduaci¢n de la primera carrera universitaria. Se llama "­Felicitaciones! ¨Y ahora qu‚?" Yo creo que ‚l hace la pregunta clave. Quiero compartir con Uds. en esta ocasi¢n, mis puntos de vista acerca de c¢mo la pregunta podr¡a ser contestada. Algunos de Uds. posiblemente ya tengan su futuro planificado - algunos incluso, pueda que tengan un buen trabajo esper ndoles, otros, a lo mejor pueda que contin£en sus estudios. Pero para aquellos de Uds. que siguen buscando las respuestas acerca del "¨y ahora qu‚?", les exhorto a que consideren el servicio p£blico, ser funcionarios del Estado. En su discurso inaugural, hace treinta y ocho a¤os, el Presidente John F. Kennedy dijo "Preg£ntate no qu‚ es lo que tu pa¡s puede hacer por t¡, sino lo que t£ puedes hacer por tu pa¡s." Estas palabras a£n encierran verdad hoy en d¡a. Esta es una s£plica para que consideren el camino del servicio p£blico y el trabajo de voluntario. Servicio a su comunidad. Servicio a Puerto Rico. Servicio a los Estados Unidos. La idea crucial es devolverle algo a su comunidad. Para ayudar a aquellos menos afortunados que nosotros. Para encontrar una causa y abogar por ella. Yo aprend¡ acerca de la importancia del servicio p£blico gracias a mi abuelo, el fallecido senador estadounidense Dennis Chavez. Mi abuelo represent¢ al pueblo del estado de Nuevo M‚xico en el Congreso, por treinta y dos a¤os. l era un excelente amigo del pobre y de los m s desafortunados, un hombre de quien una vez un senador amigo dijo "camin¢ junto con los poderosos pero nunca olvid¢ su origen junto a los humildes". ­Cu ntos de los presentes, ser¡amos tan afortunados para que esas cosas se dijeran de nosotros! Yo era muy peque¤a cuando ‚l falleci¢ y debo admitir que no comprend¡a lo que el servicio p£blico o ser un funcionario del Estado significaba. Recuerdo una vez cuando mis hermanos mayores y yo est bamos visit ndolo en Washington, D.C. durante un verano particularmente caluroso y h£medo - tan caluroso como el dia m s caluroso de Puerto Rico. Afuera de la casa de mi abuelo, un polic¡a estaba dirigiendo el tr fico bajo el sofocante calor. Mi abuelo se levant¢ de la mesa, tom¢ la jarra de limonada y un vaso y sali¢ por la puerta. Nosotros miramos a trav‚s de la ventana para ver ad¢nde estaba yendo. Ah¡ estaba ‚l, sirvi‚ndole un vaso de limonada al polic¡a. Cuando mi abuelo regres¢, mi hermano Jorge, dijo: "­ahora entiendo lo que significa ser un Funcionario del Estado!" Ahora, yo s‚ que muchos de los discursos de ceremonias de graduaci¢n, se concentran en Uds. los graduados. Le dicen que "sigan sus sue¤os" o "que sean lo mejor que pueden ser". Este no es uno de esos discursos. Este discurso es acerca del sacrificio, acerca del servicio al pr¢jimo, y acerca del luchar por principios que nos permitan trascender a nosotros mismos. D‚jenme darles otro ejemplo que me ha guiado. Mi abuelo estaba muy enfermo y en el hospital el 17 de julio de 1962 cuando el senado estadounidense iba a emitir su voto sobre el futuro del programa estatal de salud a personas mayores de 65 a¤os, llamado Medicare. Pero a£n cuando ten¡a sus propios problemas de salud de los cuales preocuparse, se visti¢, se baj¢ de la cama del hospital y se fue a la C mara del Senado a emitir su voto. l pens¢ que era m s importante preocuparse de los problemas de salud de otros que de los suyos propios. Ahora, no les estoy pidiendo ni siquiera un sacrificio al nivel de aqu‚l. Solo les estoy pidiendo que inviertan un par de a¤os haciendo algo en la esfera p£blica. Unanse al Cuerpo de Paz. Ense¤en. Trabajen para el personal de un funcionario electo. Convi‚rtanse en fiscales. Unanse al AmeriCorps. El AmeriCorps es el programa establecido por el Presidente Bill Clinton, donde j¢venes voluntarios est n ayudando a comunidades necesitadas en un sinn£mero de formas - desde transportar a los enfermos a sus citas m‚dicas hasta ayudar a reconstruir vecindarios deteriorados. Los j¢venes que se dedican a esta tarea reciben $4,700 al a¤o y la satisfacci¢n de haber ayudado al pr¢jimo. Ahora es el momento para hacerlo, cr‚anme. La mayor¡a de Uds. no est  casada, y la mayor¡a de Uds. no tiene hijos. Cuando eso cambie - y ocurrir  antes de que se lo imaginen - dedicarse al servicio p£blico o hacer trabajo de voluntario se har  mucho m s complicado. Uds. pueda que nunca tengan esta oportunidad de nuevo. Les imploro que se decidan por el camino del servicio p£blico ahora. Yo s‚ lo que algunos de Uds. deben estar pensando: "Tengo pr‚stamos que pagar. Tengo que ir ad¢nde pueda ganar buen dinero ahora. Eso del servicio p£blico suena bien, pero no pagar  las cuentas". Yo entiendo las presiones econ¢micas que lo enrumban a uno al sector privado. Y muchos de Uds. muy comprensiblemente decidir n que el servicio p£blico es un lujo que no se pueden permitir. Pero puede hacerse realidad. Posiblemente por no ser muy lucrativo el sector p£blico, les tome m s a¤os de trabajo, para poder pagar sus deudas, pero les garantizo que no se morir n de hambre. Es m s, un par de a¤os en el sector p£blico, es una gran inversi¢n. En el servicio p£blico, Uds. estar n expuestos a realidades y recibir n responsabilidades que en el sector privado pueda que no reciban. Eventualmente, el servicio p£blico puede a£n compensar economicamente el sacrificio. Los empleadores saben por ejemplo, que los hombres y las mujeres que salen de las Fuerzas Armadas son tremendos empleados - con frecuencia m s maduros, m s organizados y m s inclinados al trabajo en equipo, de lo que son sus contempor neos. Si Uds. est n dispuestos a considerar seriamente del servicio p£blico o el trabajo de voluntario, d‚jenme sugerirles un tema al que podr¡an dedicar su tiempo y su talento en combatir - la cultura popular de la violencia en nuestra sociedad. Todos Uds. saben de los tr gicos asesinatos del colegio secundario Columbine High School, en Littleton, Colorado. Pero hay cientos de ni¤os en edad escolar que diariamente son v¡ctimas fatales de la violencia, en los Estados Unidos. Esto representa realidades menos conocidas que las de la matanza de Columbine, pero no deja de ser una tragedia para las familias afectadas. Una realidad triste es que toda la violencia que nos rodea nos ha dejado sin sensibilidad, sin compasi¢n frente a escenas violentas y nos comportamos como si la violencia fuera algo normal. Me aterra nuestro futuro, cuando los asesinatos en nuestra comunidad -- cuando los hay -- ya no hacen "noticia". Los puertorrique¤os conocen el dolor que causa la violencia mejor que muchos. La proporci¢n de asesinatos en Puerto Rico es a£n tr gicamente alta - en 1997 se registraron m s de 700 asesinatos. Y esta violencia tiene un efecto desmedido en nuestra juventud. ¨Qu‚ puede hacerse? ¨y c¢mo se pueden convertir Uds. en parte de la soluci¢n? Hay muchas posibilidades, dependiendo de sus intereses. Primero, existe el problema de las armas. Hay simplemente demasiadas armas en Estados Unidos y las armas se adquieren con gran facilidad. Luego de la tragedia en la ciudad de Littleton, le pregunt‚ a mi hija, quien tiene dieciocho a¤os y ya termin¢ la secundaria, ¨qu‚ tan dif¡cil ser¡a para un estudiante obtener un arma en el colegio secundario de Maryland?, en el que ella hab¡a estudiado. Para mi consternaci¢n, ella me contest¢: "uhm, quiz  unos diez minutos". Desafortunadamente, probablemente sea igual de f cil obtener un arma en cualquier colegio secundario en Estados Unidos. Me complace que el Congreso de Estados Unidos finalmente est  prestando o¡dos a un tema de tanta importancia para los norteamericanos. ­Ya basta! ­Es suficiente! Segundo, y un problema en particular en Puerto Rico, es el problema de las drogas. No necesito decirles acerca de la vinculaci¢n entre las drogas y la violencia. Uds. escuchan o ven esto todos los d¡as. Si Uds. est n interesados en reducir la epidemia de armas y de drogas, hay muchos caminos en que pueden poner de manifiesto su compromiso. Podr¡an trabajar para un grupo que promueve el que la gente tome conciencia de los problemas. Podr¡an trabajar para cl¡nicas de salud. Podr¡an trabajar como agentes de la ley, como funcionarios p£blicos o como personas encargadas de supervisar a las personas bajo libertad condicional. Podr¡an trabajar para proyectos que promueven la devoluci¢n de las armas ilegales a las autoridades. Recientemente en San Diego, California, muchas emisoras de radio ofreci n boletos gratuitos de b‚isbol para ver a los Padres, a aquellos que devolvieran armas. Entre las armas que se devolvieron hab¡a pistolas semi-autom ticas y escopetas peque¤as. Otro proyecto exitoso de entrega de armas, ofrec¡a boletos de conciertos, zapatillas muy elegantes, dinero en efectivo o derecho a hacer muchas compras. Lo ven, hay infinitas maneras de comprometerse. Finalmente, como soy una funcionaria del gobierno con cargo de "Comisionada" para la Comisi¢n Federal de Comunicaciones, quiero discutir el problema de la violencia innecesaria en nuestros medios de comunicaci¢n. Empecemos con la televisi¢n. No hay duda que la televisi¢n tiene un impacto enorme en nuestras vidas. En el 98% de nuestros hogares existe un televisor - porcentaje mayor del que representa al n£mero de hogares en el que hay tel‚fono. El ni¤o promedio mira m s o menos 25 horas de televisi¢n a la semana - pasa cada a¤o m s tiempo frente al televisor que dentro del sal¢n de clase. Adem s, mucho de lo que los ni¤os miran en la televisi¢n, tiene contenido violento, cuando no im genes de violencia expl¡cita. Para cuando hayan terminado la escuela primaria, los ni¤os m s o menos han presenciado a trav‚s de la televisi¢n, alrededor de 8,000 asesinatos y 100,000 actos de violencia. Y mientras la programaci¢n televisiva de mayor audiencia contiene 5 escenas violentas por hora - que ya es bastante malo - hay m s de 20 escenas violentas por hora en la programaci¢n infantil. Cada semana, la programaci¢n de televisi¢n contiene alrededor de 800 im gines violentas, identificables f cilmente como de alto riesgo para los ni¤os menores (y por tanto m s influenciables). Pero ya se vislumbra esperanza en el horizonte. En ingl‚s, se conoce como el "V-chip", un aparato tecnol¢gico en los televisores, que les permitir  a los padres de familia obstruir la recepci¢n de la transmisi¢n de ciertos programas que no consideren aptos para sus hijos. Quiz  algunos de Uds. ya hab¡an escuchado hablar del V-chip. Este "V-chip" est  a punto de convertirse en una realidad, luego de muchos a¤os de discusiones, de ri¤as pol¡ticas y de desarrollo tecnol¢gico. El "V-chip" no ser  un substituto de los padres, si no m s bien una herramienta para los mismos. Los padres no siempre pueden supervisar lo que sus hijos miran en la televisi¢n. Ahora no hay solamente tres canales que controlar, con televisi¢n por cable o sat‚lite hay docenas. Ning£n padre puede conocer toda la programaci¢n a toda hora. Y en esta era de familias de padres solteros y de parejas en los que ambos trabajan fuera de la casa para mantener el hogar, es imposible que los padres puedan supervisar la completa programaci¢n de televisi¢n que est  al alcance de sus hijos. El "V-chip" les permitir  a los padres a obstruir la recepci¢n de los programas que ellos consideren ser da¤inos para sus hijos. Cuando los padres salgan a trabajar, o salgan a divertirse por la tarde, dejando a los hijos con la ni¤era, podr n presionar ciertos botones y as¡ bloquear los programas que no consideren apropiados para que sus hijos vean. ¨C¢mo les permitir  el "V-chip" obstaculizar la programaci¢n de ciertos programas a los padres de familia? Bueno, adem s de requerir que la tecnolog¡a del "V-chip" fuera instalada en los nuevos televisores, el Congreso de Estados Unidos (EEUU) tambi‚n requiri¢ el desarollo de un sistema de clasificaci¢n de programas, de modo que el aparato instalado en los televisores pueda reflejar la informaci¢n acerca de los programas que se est n transmitiendo. Las clasificaciones ser n enviadas a trav‚s de las emisoras de televisi¢n o por operador de cable v¡a lo que se conoce en ingl‚s como un "vertical blanking interval". Estoy segura que todos Uds. conocen la l¡nea horizontal en sus televisores que a veces necesita ser ajustada. No est  ah¡, simplemente para fastidiarlos. Esa l¡nea puede contener considerable informaci¢n muy valiosa, como subt¡tulos para las personas que no pueden oir. Tambi‚n contendr  la clasificaci¢n de lo programas de televisi¢n. El "V-chip" ser  capaz de leer esas se¤ales y obstruir  la recepci¢n de determinado programa si ha sido programado para hacer eso. Este sistema est  a punto de hacerse realidad. Para el 1ero de julio, la mitad de los televisores vendidos en Estados Unidos tendr n un "V-chip" instalado y para el 1ero de enero del a¤o 2,000 todos los televisores tendr n "V-chips". Me complace saber que los padres de familia tendr n esta nueva herramienta a su disposici¢n. Y me siento honrada de haber sido elegida por el Presidente de la Comisi¢n Federal de Comunicaciones para dirigir el equipo de trabajo que se asegure que la implementaci¢n del "V-chip" sea un ‚xito rotundo. Estoy trabajando ya y trabajar‚ arduamente los pr¢ximos meses para que en efecto el V-chip est‚ instalado en los nuevos televisores, que las clasificaciones sean transmitidas y los padres est‚n informados acerca del uso del sistema. El "V-Chip" no es un remedio para todo. Por si solo, no va a prevenir otros asesinatos como los de Littleton o salvar a los cientos de ni¤os que son asesinados o que son v¡ctimas de la violencia cada a¤o. Aunque no sea la respuesta a todo, es por lo menos parte de la soluci¢n -- por los menos para algunas familias. Desafortunadamente, la televisi¢n no es el £nico medio donde hay violencia innecesaria. Hay muchos juegos de v¡deos muy violentos, especialmente aquellos de asesinatos, como Doom, ‚stos, contribuyen a restarle sensibilidad a las realidades de violencia frente a los ojos de los ni¤os. Y ahora estamos haci‚ndole frente a otro medio de comunicaci¢n muy poderoso, que es el Internet que le permite a cualquier persona con una computadora, apenas presionando un bot¢n, obtener instrucciones referentes por ejemplo al c¢mo hacer una bomba. Bajo La Primera Enmienda Constitucional de los Estados Unidos, la libertad de expresi¢n est  garantizada y por ello, es poco lo que el gobierno puede hacer ante el amenazante peligro que presentan algunos juegos de computadoras y el Internet para nuestra juventud. Pero d‚jenme comentarles algunas ideas que otros han presentado que son dignas de consideraci¢n. Primero, ayudar¡a mucho si hubiera un sistema de clasificaci¢n uniforme para las representaciones de expresi¢n multimedia. Ahora mismo, hay sistemas de clasificaciones para la televisi¢n, para pel¡culas de cine, para juegos de v¡deos y para el Internet, pero todos son un poco diferentes. Un sistema com£n ser¡a m s simple y de uso m s f cil para los padres. Segundo, material super violento que est  designado para adultos no deber¡a estar destinado al mercado infantil. Es inconsciente por parte de los productores de este material defenderse diciendo que ellos simplemente est n protegiendo los derechos de los adultos para tener acceso a estos productos, para as¡ surtir al mercado infantil. Como dijo el Senador estadounidense Joe Lieberman: "Joe Camel no se ha ido del todo. l aparece demasiadas veces haberse mudado al mundo del entretenimiento". Yo felicito el anuncio del Presidente Clinton de la semana pasada sobre un estudio que van a llevar a cabo el Departamento de Justicia y la Comisi¢n Federal de Comercio, para determinar si la industria del entretenimiento est  usando la violencia en sus pel¡culas, juegos de v¡deos y m£sica, para venderle productos a nuestros ni¤os. Tercero, las industrias afectadas deben de hacer cumplir las restricciones de edades. Un ni¤o de 17 a¤os no deber¡a ser admitido en una sala de cine, en donde se presenta una pel¡cula que ha recibido la clasificaci¢n de "R", [es decir entrada restringida], sin la presencia de un adulto. De la misma manera, a un ni¤o menor de 17 a¤os no se le deber¡a permitir alquilar o comprar una pel¡cula que haya recibido la misma clasificaci¢n. Un ni¤o no deber¡a tener el acceso a juegos de v¡deos clasificados para adultos, sea v¡a compra o alquiler. Cuarto, debemos declarar nuestra postura individualmente y como sociedad, y hacer que los productores responsables por el contenido de los productos en cuesti¢n, piensen dos veces antes de lanzar sus art¡culos con gratuito contenido violento al mercado. Esto de expresar nuestra opini¢n es lo m s importante de todo, por aquello de la dificultad en nuestra sociedad de mantener, lejos de los ni¤os, material cuya pertinencia es cuestionable. Piensen por ejemplo lo que la crisis del SIDA ha generado en el mundo del entretenimiento, los productores han actuado de manera m s responsable y se miden antes de mostrar escenas de sexo expl¡cito sin protecci¢n. De la misma manera la propaganda del cigarrillo ha variado, se han establecido restricciones, la frecuencia de las im genes en televisi¢n de gente fumando ha decrecido y la asociaci¢n de placer no es tan abrumadora como antes y son m s expl¡citos en el concepto de lo da¤ino para la salud que puede ser el fumar as¡ como no se oculta la adicci¢n que genera. Estas clases de presiones sociales funcionan. Nadie discute que la Primera Enmienda Constitucional ha sido disminu¡da o destru¡da en el proceso. Para terminar, quiero agradecerles nuevamente por haberme invitado a ser su oradora del discurso de clausura. Este es un momento maravilloso para Uds. y me siento honrada de haber sido convidada a compartirlo. Sinceramente espero que algunos de Uds. sigan el camino del servicio p£blico. Si ponerle freno a la violencia no es su llamado, bien. Hagan otra cosa. Si no pueden dedicarse a tiempo completo al servicio p£blico, ofrezcan sus servicios voluntarios. Sean mentores de un adolescente. Hay cientas de maneras de dar de uno mismo y de devolverle algo a la comunidad. Hay cientos de temas en nuestra sociedad que necesitan la atenci¢n de mentes j¢venes con energ¡a como las de ustedes. Uds. pueden elegir y pueden marcar la diferencia -- pero solo Uds. pueden hacerse del momento. Como el gran poeta Antonio Machado, dec¡a: Caminante, son tus huellas el camino y nada m s: caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atr s se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar. 12