Skip Links
U.S. Department of State
PortadaContáctenosEnvíe esta páginaFOIAAnuncio de privacidadArchivoEnglish
U.S. Department of State
Secretario de Estado Colin L. PowellAcerca del Departamento de EstadoApoyo Internacional a los NegociosAsuntos del Hemisferio OccidentalTemas InternacionalesVisasMas Información sobre ViajesEn Otras Noticias
Departamento de Estado de los Estados Unidos
   

Audiencia de ratificación de Colin L. Powell


Secretary Colin L. Powell
Washington, DC
17 de enero de 2001

Muchísimas gracias Sr. Presidente [Helms] y Presidente Biden.  Es un gran placer encontrarme aquí esta mañana. Me siento honrado de comparecer ante este Comité como la persona designada por el Presidente electo, el Sr. Bush, para el puesto de Secretario de Estado de los Estados Unidos de América.  Agradezco sinceramente la confianza que el Presidente electo ha depositado en mí, y si recibo la asesoría, el consentimiento y la aprobación del Senado de los Estados Unidos, prometo de todo corazón hacer lo posible por servir al Presidente y al pueblo de los Estados Unidos.  Es un honor que me pidan volver a rendir servicio al gobierno después de un sabático de siete años.

Quiero dar las gracias a los senadores Warner y Allen por sus sumamente amables palabras de introducción.  Deseo todo lo mejor al Senador Allen y a su colega, el Senador Nelson, que comienzan sus funciones en este Comité, y doy las gracias especialmente al Senador Warner, por todo el apoyo y amistad que me ha brindado durante mucho, mucho tiempo (hemos sido amigos por más de 20 años), y el apoyo que ha proporcionado a los jóvenes hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas estadounidenses, pero sobre todo por su amistad.

Aprecio en sobremanera que me permitan presentar a mi esposa, para que sea reconocida.  Como dije anteriormente, ha sido mi compañera durante unos 38 años, y también está comprometida en esta tarea hasta el fin.

Sr. Presidente, tengo preparado un discurso, pero desearía abreviarlo si me permiten poner en actas el texto completo.

Este proceso marca la sexagésima cuarta reiteración de una antigua y venerable tradición que comenzó cuando los 26 miembros del primer Senado de los Estados Unidos se reunieron para considerar el nombramiento de Thomas Jefferson, de Virginia. Cuando Jefferson tomó el puesto en 1790, la Europa de aquel entonces, cínica y exhausta, ridiculizó desdeñosamente la idea de que el "gobierno popular", como se denominaba en ese tiempo, pudiera funcionar en algún país, y muchísimo menos a nivel mundial. De hecho, tan sólo hace unas décadas, reconocidos expertos en revistas académicas escribían sobre la debilidad y la posible aniquilación de las instituciones democráticas frente a la emergente autoridad absolutista representada por la Unión Soviética en la zona roja del mapa.

Dichos artículos aparecían al mismo tiempo que las ideas jeffersonianas de libertad y autodeterminación estaban a punto de probar lo totalmente equivocada que estaba esa otra generación de cínicos.  Eran ideas que Jefferson fervientemente esperaba que emanarían con el tiempo y diseminarían su influencia positiva sobre la faz de la tierra, a medida que los pueblos al otro lado del telón de acero, y en el resto del mundo, se desprendieran del yugo del totalitarismo.

Las ideas y las esperanzas de Jefferson estaban adelantadas a su tiempo, y eran más progresistas que el propio Jefferson.  Permítanme que haga una pausa en mi elogio a Jefferson en esta semana de celebración de la vida del Dr. Martin Luther King, para referirme a la forma en que el Dr. King contribuyó a hacer realidad las esperanzas de Jefferson para los estadounidenses de raza negra, cuyos antepasados en tiempos de Jefferson se consideraban esclavos --una propiedad más--, incluso bajo la tutela del propio Jefferson.

Me presento por lo tanto ante ustedes como admirador y sucesor de Jefferson, y agradecido por todos los sacrificios del Dr. King y tantos otros por hacer realidad el sueño jeffersoniano para personas como yo.  Es un sueño que espero continúe inspirando a mis co-ciudadanos estadounidenses y a los pueblos de la tierra, porque todavía queda mucho por hacer en nuestro propio país y en muchos otros para aportar ese sueño universal al mundo entero.

El Presidente electo George W. Bush es consciente de que para muchas personas todavía existen nubes negras que empañan sus posibilidades de hacer realidad el sueño de todo estadounidense.  El Sr. Bush se propone eliminar esos obstáculos.  Será el presidente de todos, y un dirigente que represente fielmente los ideales de libertad y justicia ante todo el mundo; y lo hará con resolución, y con la humildad que corresponde a una gran potencia.

Como usted sabrá, Sr. Presidente, no es la primera vez que vengo a este Comité.  Recuerdo haber trabajado hasta entrada la noche con usted en 1987, en el Tratado sobre la Fuerza Nuclear de Alcance Intermedio (INF).  Recuerdo que me hizo cruzar varias veces el Atlántico, Sr. Senador, para asegurarse de que volvía con las garantías exigidas por el Senado para ratificar dicho Tratado, que acabó eliminando toda una clase de armas nucleares.

Sr. Presidente, para asegurarme de que entiende la posición política de la familia Powell, tengo que divagar un poco y contarle una anécdota.  Después de la firma de dicho Tratado, cuando estábamos en el proceso de destruir los misiles soviéticos SS-20 y los estadounidenses PERSHING-II, se acordará que hubo una ceremonia en el Museo del Aire y del Espacio, donde tanto yo como el Jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU. y mi colega soviético pusimos en el museo la réplica de un SS-20 (sin la ojiva nuclear) al lado de un PERSHING-II en posición vertical.

Estábamos en el museo; habíamos logrado todo esto, y teníamos ante nosotros los dos misiles erguidos, cuando Alma, mi esposa, que muestra un cierto interés por lo que hago, me da con el codo y me dice estando ante los misiles --y lo cuento para que sepan cuáles son sus convicciones y que siempre se preocupa por nuestra seguridad-- "Colin, ¿cómo es posible que el de ellos fuese más grande?" (risas), a lo que yo respondí, "por eso es que queríamos deshacernos de ellos querida, por eso es que queríamos deshacernos de ellos". (más risas).

También recuerdo haber declarado en audiencias ante el Senador Biden, cuando presidió los procesos en que examinamos el Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa.  Fue un tratado que pusimos en vigor y dio un nuevo cariz al Telón de Acero, puesto que comenzó un repliegue de ambas partes.  Lo que no sabíamos en aquel entonces era que el repliegue sería permanente, y que todo un imperio estaba a punto de desplomarse ante nosotros, si bien ya empezaban a perfilarse los comienzos de ese trascendental acontecimiento.

En esos tiempos trabajábamos juntos con un espíritu de cooperación para cumplir con la voluntad del pueblo.  Discutíamos y debatíamos entre nosotros.  Así es como funciona el sistema estadounidense, el sistema democrático que tenemos; y si ratifican mi nombramiento les prometo que voy a seguir discutiendo y deliberando con ustedes como lo he venido haciendo, pero siempre con el mejor ánimo de cooperar para encontrar las soluciones acertadas para el pueblo estadounidense, y siguiendo la política exterior que el Presidente ha establecido como reflejo de la voluntad del pueblo.

Tendremos que colaborar de forma efectiva porque tenemos un gran reto ante nosotros; pero ya no se trata de supervivencia, sino de liderazgo, porque ya no nos enfrentamos a un siniestro y amenazante enemigo ideológico, como lo hicimos durante todos esos años, sino al poder abrumador de millones de personas que han conocido la libertad.  Es nuestro propio éxito increíble, el triunfo de los valores que consideramos sagrados, lo que pone ante nosotros este nuevo desafío.

Yo he visto ese éxito de muchas maneras desde que renuncié a mi puesto y me quité el uniforme hace siete años.  He estado en todo el país y viajado alrededor del mundo. He participado en los consejos de administración de algunas empresas que están a la vanguardia en la transformación de nuestra sociedad; y he visto que tenemos una economía en pleno desarrollo en los Estados Unidos y gente que está creando riqueza, y que está prosperando porque aprovecha esta nueva coyuntura económica en que nos encontramos.  También he observado otros que todavía no han compartido dicho sueño y he tratado de ver lo que podemos hacer para ayudarles.

He visto cada vez más, naciones que van camino a la democracia y el sistema de libre empresa.  La mayor democracia y el poder de la revolución de la información se han combinado y reforzado mutuamente.  Como miembro del Consejo de Administración de una de esas empresas revolucionarias, America Online, tuve una posición singularmente privilegiada para observar el inicio de la trasformación a nivel mundial.  America Online y sus diversos tipos de servicios conectan electrónicamente a más de 100 millones de personas, quienes pueden enviarse mensajes instantáneos y correo electrónico, intercambiar fotos y documentos, compartir ideas y sueños, capital, preferencias y antipatías, sin necesidad de puestos de aduana, visas, pasaportes, derecho arancelarios, guardias en garitas, o cualquier otro tipo de interferencia gubernamental. Pueden comunicarse a la velocidad de la luz, y el concepto de libertad puede transmitirse alrededor del mundo con igual rapidez.

Si dichas ideas circulan ahora a la velocidad de la luz, también son como la luz, no puede haber tinieblas.  Acabarán llegando a todo rincón oscuro e iluminándolo para mayor bien de la humanidad. Dos de las más importantes de estas ideas son la democracia y el capitalismo.  Son como láseres gemelos que trabajan al unísono en todo el mundo, para alumbrar los últimos resquicios sombríos de totalitarismo y dictadura.

Los movimientos "ideológicos" a que nos enfrentamos en los últimos 50 años (el fascismo, el nazismo, el comunismo) se han extinguido dejando solamente un rastro de sus abusos y arbitrariedades.  Sigue habiendo dictadores, pero son vestigios del pasado, y los "ismos" que practican no pueden destruirnos, derrocarnos, ni acabar con nuestra forma de vida, como ocurría con la amenaza de la Unión Soviética.  Dichos regímenes y dictadores pueden ser peligrosos, y requieren atención, pero no pueden cruzar el Atlántico en 30 minutos, como temíamos que lo hicieran las fuerzas soviéticas tan sólo unos pocos años atrás.

La democracia y el libre mercado funcionan; el mundo lo sabe, y no hay mejor ejemplo de ello que en los Estados Unidos y sus aliados, que juntos constituyen las economías más sólidas del planeta, y ayudan a cambiar el mundo con su disposición a comerciar abiertamente y alentar a los demás a hacer lo mismo. Y no debe haber ninguna duda en la mente de los dirigentes de la tierra de que el primero y más importante ingrediente para el éxito en este Siglo XXI es la libertad de la gente y un gobierno cuyo derecho a gobernar emana del consentimiento de su pueblo.

Por ello uno de los principios rectores de la política exterior del Presidente electo, George W. Bush, será que los Estados Unidos permanezcan dispuestos a ayudar a todo país que desee formar parte del mundo democrático, que instaure un estado de derecho, comience a regirse por dicha regla, y busque la paz y la prosperidad, y una vida mejor. Por ello no hay país en la tierra que no sea inspirado por los Estados Unidos, y nos hemos convertido en propulsores de la libertad y la democracia en el planeta.

Y tampoco existe país en el mundo que no nos inspire.  Somos un país de naciones, con ciudadanos que proceden de todas las tierras.  Estamos ligados por miles de lazos a todo el planeta, a sus ciudades hormigueantes, su regiones más remotas, sus civilizaciones más antiguas, sus nuevos clamores de libertad.  Ello significa que tenemos interés en todos los lugares del mundo, y que sentimos la necesidad de guiar, orientar y ayudar a toda nación que desee ser libre, abierta y próspera.

Sr. Presidente, este es un momento de gran oportunidad para nosotros.  Tenemos el ánimo para enfrentar riesgos en pos de la paz. Tenemos que ayudar al mundo que quiere ser libre, y podemos correr dichos riesgos porque somos fuertes.  Tenemos una solidez económica y política, y bajo todo ello contamos con una póliza de seguros que nos permite tomar riesgos.  Esa póliza de seguros se conoce en primer lugar por el nombre de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, que son extraordinarias y las mejores del mundo; y continuarán siendo las mejores bajo el Presidente George W. Bush.  Lo serán porque tenemos el mejor personal, el mejor equipo, la mejor capacitación, y el mejor financiamiento que se necesite para asegurar que siempre y en todo momento estén listas para hacer frente a lo que surja en su camino.

Las Fuerzas Armadas son tan sólo un elemento de esa póliza de seguros, sólo una parte de nuestro equipo de seguridad.  Hay otros muchos elementos, y si ratifican mi nombramiento estaré a la cabeza de uno de los más vitales. El Departamento de Estado, y su dedicado y talentoso equipo de profesionales, se encuentra al frente de nuestras relaciones con el resto del mundo.  A medida que el mundo se ha vuelto más exigente y complejo, y un mayor número de naciones exigen y necesitan nuestra atención, hemos reducido el personal del Departamento, hemos descuidado nuestra infraestructura, y nuestras instalaciones no están lo suficientemente financiadas. Necesitamos mejorar.

Muchos de ustedes han ido al Campamento de Bondsteel, en Kosovo, donde están destacados muchos de nuestros soldados.  El Senador Biden estuvo ayer ahí, y él y muchos otros les pueden decir que tiene unas instalaciones excelentes, de primera clase, erigidas casi de un día para otro, para asegurarse de que nuestras tropas sean bien atendidas.  Pero si han visitado algunas de las dilapidadas embajadas y otros establecimientos en la región, se habrán preguntado si era el mismo gobierno quien se encargaba de atenderlos.  Eso no está bien.  Tenemos gente excepcional en el Departamento de Estado, muchos que he conocido personalmente y trabajado con ellos a lo largo de los años, y otros con los que he tenido la oportunidad de entrar en contacto en las primeras semanas de mi transición.  Y si queremos que estas personas hagan su trabajo, tenemos que darles los recursos necesarios para ello.

En ese sentido quiero agradecerles la asignación presupuestaria que hicieron al Departamento de Estado en el pasado año fiscal, a instancias de la Secretaria Albright, pero también les advierto que voy a volver a tocar este punto con ustedes, porque sé que no tenemos lo suficiente para llevar a cabo nuestra misión; no tenemos lo suficiente.  Lo que necesitamos no es un aumento leve, sino un aumento considerable. Tan pronto como perfilemos los programas específicos y los pormenores monetarios para apoyarlos, y tras obtener la aprobación del Presidente, les aseguró que volveré a dirigirme a ustedes.  Anótenlo en sus agendas, porque si aprueban mi nombramiento y la totalidad del Senado lo aprueba, volverán a tenerme aquí.  Se los prometo.

Ahora bien, sé que esperan oír cómo el Gobierno de George W. Bush percibe algunos de los temas principales que fueron señalados por los Miembros del Comité en mis entrevistas personales con ellos, y que también han sido mencionados por el Senador Biden, y por usted Senador Helms, en su excelente discurso de la semana pasada ante el AEI; por lo tanto, procederé a abordar ese tema.

En lo que el Presidente electo George W. Bush ha denominado "el internacionalismo netamente estadounidense" no existe ningún deseo en absoluto de que nuestra nación se abstraiga del mundo en una fortaleza de proteccionismo o en una isla de exclusionismo.  Como el Presidente electo ha dicho, los Estados Unidos tienen que ser partícipes del mundo. Pero debemos implicarnos a nivel internacional en consonancia con nuestro interés nacional, no de forma caótica pareciendo seguir los dictámenes de la crisis del momento, en vez de una política exterior seria y bien pensada.

Ningún aliado, amigo o enemigo de los Estados Unidos dudará nunca sobre la posición del Gobierno de Bush en algo que nos llegue al corazón y al alma, y sobre nuestros intereses esenciales.

Por ejemplo, para comenzar creemos firmemente en la OTAN, esa gran alianza de uno y otro lado del Atlántico. Es el cimiento de nuestra relación con Europa.  Es sagrada.  Si la OTAN decae, se debilita Europa, lo que afecta a los EE.UU. El valor de la OTAN queda constatado por el hecho de que diez años después de la Guerra Fría, las naciones siguen solicitando unirse a la Alianza, en vez de abandonarla.  La OTAN es tan importante de cara al futuro como lo fue en el pasado. No fue una amenaza para Rusia en el pasado, ni lo es mirando al porvenir.

Se está produciendo un cambio trascendental en Europa. Los europeos están tratando a su manera y a su ritmo de forjar una unión más perfecta entre sí.  Nos alegramos de que exista una Europa más integrada, más sólida y más fuerte, que será un aliado más capaz en los difíciles momentos que nos esperan; y nuestros socios europeos como parte de dicho cambio están realizando importantes esfuerzos por mejorar su capacidad defensiva. Apoyaremos esos esfuerzos siempre que sirvan para reforzar a la OTAN y no debilitarla.

Lo que ocurra a dicha gran Alianza, y en el seno de la misma, tiene que ser acorde con su fortaleza, permanencia y efectividad.  Al oeste de los Estados Unidos, al otro lado del Pacífico, tenemos cimientos similares, la sólida relación con nuestros aliados y amigos de Asia y el Pacífico, especialmente Japón.  Si se debilita dicha relación también perdemos vigor.  Todo lo demás en el Pacífico y Asia Oriental fluye de esos fuertes lazos.  Como el Senador Biden ha dicho, somos una nación de Europa y el Pacífico, y tenemos que representar y defender nuestros intereses en ambos lugares.

Con estos conceptos fundamentales en mente --nuestras obligaciones y compromisos con nuestros aliados en oriente y occidente--, déjenme mencionar los otros países señalados por el Senador Biden, que sé que están muy presentes en la mente de algunos miembros del Comité.

En primer lugar China.  China es un gigante, un país enorme que trata de encontrar su camino en el mundo actual con un régimen todavía comunista, pero con matices claramente propios e imposibles de clasificar, a no ser que se les defina como capitalistas, que están actualmente creando fuertes tensiones en el seno de dicha sociedad.

Nuestra difícil tarea con China es hacer lo que podamos que sea constructivo, que ayude al país, y que redunde en nuestro propio interés. Japón, Corea del Sur, Australia y nuestros otros aliados y amigos en la región tienen también un interés en este proceso de alentar una relación constructiva. Queremos colaborar con todos ellos, no actuar unilateralmente, sino cooperar con nuestros amigos y aliados al responder a una nueva y dinámica nación china.

Espero que con su completa afiliación a la Organización Mundial del Comercio, con una conducta cada vez más responsable en la región y en todo el mundo, y, lo que es más vital, esperemos que con mayor libertad para el pueblo chino, es posible que China acabe logrando lo prometido por Sun Chung-shan hace casi cien años.

Pero mientras tanto trataremos a China como lo merece.  No es un aliado estratégico de los Estados Unidos, pero tampoco un enemigo inevitable e implacable.  China es un competidor, un posible rival en la región, pero también un socio comercial dispuesto a cooperar en las áreas donde nuestros intereses estratégicos coinciden.

China es todo lo anterior, pero no es un enemigo, y lo difícil es mantener las cosas así, engarzarles en el estado de derecho, exponiendo al pueblo a las poderosas fuerzas del sistema de libre empresa en un contexto democrático, para que puedan ver que ese es el camino a seguir.

Los Estados Unidos hace tiempo que han reconocido la postura de que China sólo hay una.  En ese sentido Taiwán es parte de China.  La forma en que la República Popular China y Taiwán resuelven las discrepancias al respecto y la interpretación de ese punto de vista es cosa suya, mientras no utilicen la fuerza militar como uno de los métodos.  Mientras tanto apoyaremos a Taiwán y satisfaceremos sus necesidades de defensa, según lo estipulado en los comunicados subsiguientes a la ley de relaciones con Taiwán (Taiwan Relations Act).  Somos muy conscientes de la dirección que nos ha asignado el Congreso con la Ley para Mejorar la Seguridad de Taiwan (Taiwan Security Enhancement Act). Entendemos que un Taiwán fuerte y seguro representa una base sólida, un país próspero que continuará prosperando, un ancla de estabilidad y seguridad en esa parte del mundo.

A todo el que tenga dudas, sea cual sea su punto de vista, le aseguramos lo siguiente de manera irrefutable: Esperamos y exigimos una resolución pacífica y que consideren aceptable los pueblos de ambos lados del Estrecho de Taiwán.

De igual forma, cuando miramos al otro lado del Atlántico en la actualidad, a ese otro campo de juego, vemos también a un gigante que está tratando de encontrar su camino, y el Senador Biden ha tocado este punto asímismo.  Nuestra labor en este sentido es ayudar al pueblo ruso a enfrentar su futuro, consolidar su democracia, reestructurar su economía para apoyar la democracia, unirse al resto del mundo en todos los aspectos, y avanzar de manera rápida y constructiva en la reducción del armamento nuclear, lograr mayor estabilidad en su periferia y obtener una paz más sólida y permanente para sí y los pueblos de la región.

Nuestras relaciones con Rusia no pueden obedecer a ningún miedo de nuestra parte. Por ejemplo si creemos que debe continuar ampliándose la OTAN --y sí lo creemos--, no debemos temer las objeciones que Rusia pueda hacer.  Lo apoyaremos porque nos interesa, y porque hay pueblos que aman la libertad y desean formar parte de la OTAN.  Lo que debemos hacer es encarar las objeciones rusas y ver la forma de abordarlas.  La OTAN no está en contra de Rusia, sino a favor de la paz en Europa, y Rusia después de todo es parte de Europa.

Rusia es un gran país, un país del Atlántico y del Pacífico, un país que puede beneficiarse enormemente de su relación con los Estados Unidos y con el Occidente en general, pero dicha relación sólo puede funcionar y ser sólida si Rusia hace lo que tiene que hacer.

Y lo que tiene que hacer, como ha dicho el Presidente electo, es continuar con la reforma, especialmente estableciendo un sólido estado de derecho, eliminando la corrupción, poniendo fin a la proliferación de la tecnología de misiles y materiales nucleares, acabando con la venta de armamento desestabilizador a naciones como Irán y, en general, cumpliendo con las obligaciones que ha contraído como la democracia más reciente con credenciales de potencia mundial.

Una de dichas obligaciones están en Chechenia, donde tienen que llegar a un compromiso político, pues es la única forma de poner fin a este terrible conflicto y llevar paz al lugar.  Por otra parte, consideraremos responsables a los rusos del cumplimiento de las normas reconocidas internacionalmente, como las de la Convención de Ginebra, y tienen que permmitir que las organizaciones de asistencia humanitaria tengan acceso a la población civil que está sufriendo en la región.

Al final quizás el mundo podrá ver finalmente descifrado, resuelto y revelado el enigma de la incógnita que es Rusia, pero ni nosotros, ni ninguna otra nación puede hacer eso por arte de magia.  Solamente podrá hacerlo el pueblo ruso, pero lo apoyaremos, y le deseamos lo mejor.

Volviendo al otro lado del Pacífico, llegamos ahora a hablar de la relación bilateral con la República de Corea, que también ha sido mencionada por Miembros del Congreso.  Es una tierra que busca una reconciliación histórica, cosa que apoyaremos como lo hemos hecho durante los últimos 50 años, y trataremos de facilitarla.  Pero mientras un dictador en el Norte continúe desplegando muchísimas más fuerzas convencionales de lo que puede justificarse bajo cualquier concepto razonable de autodefensa, y siga fabricando misiles y armas no convencionales, tanto nosotros como nuestros aliados en la región estaremos en estado de alerta.

Creemos que la reducción en la tensión entre el Norte y el Sur es una de las claves para lograr mayor paz y estabilidad en la península de Corea, y la apertura del diálogo Norte-Sur que hemos visto recientemente es obviamente un paso positivo en ese sentido.

La Secretaria Albright me ha hecho muy consciente del estado de nuestras recientes conversaciones con Corea del Norte, por lo que tenemos presente todo el trabajo realizado y haremos uso del mismo al repasar nuestra política sobre la Península.  Mientras tanto aceptamos y cumpliremos los compromisos bajo el Marco Acordado, siempre que Corea del Norte haga lo mismo.

En nuestro repaso de las condiciones en la Península, el Gobierno de Bush también considerará nuestra posición de defensa en general.  Como saben, una vez ratificado, el Secretario Rumsfeld hará un repaso integral de nuestra situación militar, a solicitud del Presidente electo.  Yo sé que comparte mi opinión de que nuestra postura de defensa tiene que ir en consonancia con nuestras obligaciones en Oriente y Occidente, al otro lado del Atlántico y del Pacífico.  Es necesario que tengamos suficiente poder militar (en el caso del Atlántico mayormente en la OTAN, y en el Pacífico primordialmente en Corea y Japón), y nuestra capacidad de defensa debe tener el efecto disuasorio y de proyección de fuerza que pueda necesitarse en otras partes del mundo.

Nuestras tropas en Corea, las que tenemos en Europa, y las capaces fuerzas de los aliados que trabajan con nosotros, nos permiten mostrar el mismo interés claro y definido que necesitamos expresar en ambas regiones del mundo.  Y yo sé que este importante aspecto bi-direccional es algo que el Secretario Rumsfeld tendrá muy en cuenta.

Creo que hay necesidad de desplegar fuerzas para tener una presencia en ambas regiones, y que debemos estar en condiciones de tener un efecto disuasorio y de poder combatir en los conflictos regionales que puedan surgir casi simultáneamente en ambas regiones. No podemos hacerlo solos, necesitamos amigos y aliados que nos ayuden con las dificultades de seguridad en el nuevo siglo.

En el Pacífico, por ejemplo, estamos sumamente satisfechos de que Australia, nuestro sólido aliado, haya mostrado un marcado interés en lo que ha estado pasando en Indonesia.  Así es que continuaremos coordinando nuestra política, pero dejaremos que nuestro aliado, Australia, tome la iniciativa, como lo ha hecho admirablemente bien, en ese azaroso país.

Indonesia, como bien saben, es un estado que si lo superpusieramos sobre el mapa de los Estados Unidos, se extendería desde Nueva York hasta San Francisco, y es una nación que está pasando por tremendos cambios.  Nuestras relaciones con este país sumamente importante requieren cuidadosa atención.  El Presidente Wahid está tratando de corregir años de abandono, y al mismo tiempo mantener unida a una población descontenta, afectada en gran parte por el flujo de ideas que mencioné antes.

Y volviendo una vez más al Atlántico, el Presidente Bush ha prometido examinar detenidamente un área que sé que está presente en la mente de muchos de ustedes, la situación en los Balcanes, y especialmente el compromiso de nuestras tropas en esa región.  Puedo asegurarles que el Presidente Bush reconoce el compromiso y las obligaciones contraídas con nuestro aliados de la OTAN y los pueblos de la región, y al considerar la posibilidad de reducir el nivel de nuestras tropas en los Balcanes, lo haremos con cuidado.  Se hará como parte de un repaso general de todos nuestros compromisos en el exterior, y puedo asegurarles que tendrá lugar en la más estrecha consulta con nuestros aliados; y, como dije, formará parte del repaso general de la ubicación de nuestras tropas en todo el mundo.

Al desplegar nuestras tropas, ya sea para operaciones de paz o de posible conflicto, tenemos que considerar que cada vez están más expuestas a más que simplemente armas convencionales.  Las armas convencionales son la amenaza principal, pero también vemos armas de destrucción masiva en los misiles que están siendo fabricados por las naciones.

Y tenemos la obligación, ante nuestras tropas, ante nosotros mismos, ante nuestros aliados y amigos, de actuar en la defensa contra misiles en dos frentes; en primer lugar, en la defensa en sí contra misiles, que es un requisito importante para proteger a nuestras fuerzas, y, como ustedes saben, el Presidente electo Bush ha dejado muy claro que está comprometido a desplegar una defensa de misiles balísticos efectiva utilizando la mejor tecnología disponible tan pronto sea posible.  Y desarrollaremos un plan para el futuro que incluya, como ya se dijo, la consideración de las ramificaciones diplomáticas de dicha defensa de misiles.

Creo que es importante, como indicó el Senador Biden, que veamos la defensa de misiles no como un elemento separado. Es parte integral de la totalidad de nuestra postura estratégica defensiva y ofensiva. Cuando se habla de elementos disuasorios estratégicos, se trata de llegar a la mente de un adversario y asegurarse que sea consciente de que no va a ganar si decide amenazarnos a nosotros o nuestros amigos con misiles o armas de destrucción masiva; y ese efecto disuasivo en su mente proviene de saber que sería un intento suicida, porque tenemos el poder ofensivo necesario para destruirlo si opta por ese camino.  Yo creo que el efecto disuasorio se refuerza si además dicho adversario sabe que si llega a lanzar un misil contra nosotros, tenemos la capacidad de interceptar el misil y derribarlo.

Cuando se combinan esos dos factores, pienso que la defensa se fortalece, no se debilita.  Y cuando se añade a todo ello los sistemas de mando y control que nos garantizan conocer lo que está ocurriendo, y se añade además nuestras actividades de no proliferación, creo que el efecto disuasorio acaba reforzándose, no debilitándose.

Mientras diseñamos este marco estratégico completo y decidimos estas cuestiones sumamente importantes sobre la defensa de misiles, habrá tiempo para consultar con nuestros aliados y amigos, explicarles lo que tenemos en mente y por qué creemos que es para el bien de la humanidad tomar este camino; y haremos saber a los chinos y los rusos que no es nada contra ellos, sino que pensamos en otras naciones en las que no tenemos tanta confianza en su capacidad de actuar de forma racional.

Entiendo que será una debate difícil, pero es algo que tenemos que hacer porque estamos comprometidos a la defensa contra misiles, y volveremos a este Comité a comunicarles nuestras ideas a medida que analicemos más la situación.

Y es en ese contexto que creo que el tratado sobre defensa contra misiles balísticos (ABM Treaty) en su forma actual probablemente ya no responde a nuestro nuevo marco estratégico, y esperamos convencer a los rusos de la necesidad de ir más allá del Tratado.

También necesitamos reconsiderar nuestro enfoque en lo que se refiere a reducir la proliferación.  Como saben, no vamos a pedir al Congreso que ratifique en su próxima sesión el tratado integral para la prohibición de pruebas (Comprehensive Test Ban Treaty).  Somos conscientes del trabajo realizado por el Asesor Especial del Presidente Clinton y por mi colega el General Shalikashvili.  Analizaremos dicha labor, pero creemos que todavía existen deficiencias en el Tratado que no fue aprobado en 1999.  De todas formas seguiremos examinando los elementos del mismo dentro de nuestro repaso estratégico general.

El General Shalikashvili nos dio buenas ideas sobre la dirección del programa de amasamiento de armas, y las tendremos en cuenta; por otra parte el Presidente electo Bush ha indicado que no tiene intención alguna de reanudar la realización de pruebas.  No venos la necesidad de realizar dichas pruebas en un futuro previsible.

Sr. Presidente, me he concentrado realmente en los dos contextos principales, en Oriente y Occidente.  Al acercarme al final de estas palabras, permítame hacer una pausa para dedicar algo de tiempo a otras áreas que también representan una importante fuente de preocupación para nosotros. Una que tenemos sumamente presente en este momento es la situación en el Oriente Medio, donde existe un importante obstáculo en el proceso de paz.  Alabo el compromiso del Presidente Clinton, y los presidentes anteriores, en su incansable esfuerzo por encontrar una solución a este conflicto que lleva medio siglo en existencia y cuyas raíces datan de la antigüedad.  El Presidente electo Bush comparte dicho objetivo y cumpliremos con nuestra parte para contribuir al avance del proceso de paz.

Al igual que todos los gobierno anteriores, buscamos una paz duradera basada en el apoyo ineludible a la seguridad de Israel, las legítimas aspiraciones del pueblo palestino, nuestros lazos de amistad en el mundo árabe, y el reconocimiento obstinado de que las partes en conflicto son quienes tienen que hacer las paces.  Deploramos la creciente violencia en el área y alentamos a las partes a hacer todo lo posible para ponerle fin.  No se puede tener éxito en la búsqueda de la paz entre tanta violencia.

También prometemos centrar nuestros esfuerzos en la totalidad de la región, no sólo en el proceso de paz desligado del resto.  Estamos listos para colaborar con todas las partes en la región para lograr una solución integral.  La paz en Israel significa paz con todos sus vecinos, incluida Siria, y tenemos que aprovechar la oportunidad creada por la retirada de Israel de Líbano.

Y cuando miramos a toda esa agitada región, Sr. Presidente, no hay caso más trágico que el de Iraq, un estado fracasado, con un líder que no lo es.  Es triste pensar en lo que podría haber sido, lo que debe ser Iraq, si utilizara sus recursos y el talento de su pueblo con fines constructivos.

Estamos en el décimo aniversario del comienzo de la Tormenta del Desierto, una guerra en la que hubiéramos preferido no tener que combatir.  Hubiéramos preferido que los líderes y el pueblo iraquí hubieran sido sensatos en vez de causar este conflicto. Pero no fue así.  Entramos en esa guerra con objetivos políticos claros, que eran sacar al ejército iraquí de Kuwait; y lo logramos, y se restauró el gobierno legítimo en dicho país.  Desafortunadamente Saddam Hussein sigue en el poder, pero qué descalabro ha hecho de su nación en los últimos diez años mientras el resto del mundo ha seguido adelante.  Mientras nosotros hemos visto florecer nuestra economía, y preparamos a una nueva generación de jóvenes para la era de Internet, Saddan sigue atrapado en el pasado.

En vez buscar la paz y la prosperidad de su pueblo, vemos a un Iraq debilitado que emplea amenazas y usa armas terribles para aterrorizar a sus vecinos. Hemos visto lo que están dispuestos a hacer, y lo que han hecho en el pasado en Teherán.  Lo hemos visto en la ciudad de Kuwait, especialmente en los niños de Kuwait.  No podemos olvidar cómo Iraq trató a esos niños inocentes, y hemos visto algunos de los efectos de ese tratamiento en nuestras pantallas de televisión.

El Presidente electo ha dejado claro que trabajaremos con nuestros aliados para reforzar el régimen de sanciones.  Quienes critican dicho régimen aducen que mayores sanciones significa más daño para el pueblo de Iraq, especialmente los niños.  A nadie le preocupan tanto los niños como a mí, pero sé que las armas nucleares, biológicas o químicas de Saddam Hussein ponen en riesgo no sólo a los niños de Iraq sino a los de toda la región, muchísimo más que la mayor severidad de las sanciones, cuyo último fin no es dañar a Iraq sino impedirle que tenga armas tan terribles en su arsenal.  Necesitamos estar alertas, listos para responder a las provocaciones, y ser totalmente firmes en nuestra política hacia Saddamm Hussein.  Y necesitamos apoyar los esfuerzos de la oposición.

No somos nosotros ni las Naciones Unidas quienes tienen que llevar dicha carga, sino Iraq el que tiene que cumplir con el acuerdo que hizo al final de la Guerra del Golfo.  Debemos a sus vecinos, y a los hijos de sus vecinos, asegurarnos de que no continúen sintiéndose amenazados, y de que Iraq esté dispuesto a vivir en el mundo, y no al margen del mundo; y hasta que Iraq no tome esa decisión y se atenga a ella, seguiremos firmes en nuestro empeño.

Sr. Presidente, al continuar repasando nuestras diversas responsabilidades, quisiera referirme a una región del mundo a la que quizás no prestemos suficiente atención, ni hablemos lo suficiente de ella.  Quiero dedicar unos momentos a hablar de África.

En marzo de 1999 cuando estuve en Nigeria ayudando al Presidente Carter en la supervisión de las elecciones nacionales, me impresionó la valentía del presidente recién elegido y su voluntad de llevar la democracia a este convulsado país. El Presidente Obasanjo está bajo la presión de una deuda enorme, división étnica y el doble legado del colonialismo y malos gobiernos militares.  Necesitaremos ayudarle a afianzar sus puntos fuertes, y dicha ayuda será especialmente vital en forma de alivio de la deuda, inversión en comercio y apoyo total a la democracia que está tratando de crear.

Unas de las acciones más importantes que el Congreso tomó este pasado año fue la aprobación de la ley de crecimiento y oportunidad para África (African Growth and Opportunity Act), y felicito al Congreso por hacerlo.  El libre comercio es importante en todo el mundo, pero diferentes regiones requieren diversas maneras de promoverlo.  Esta ley es apropiada para empezar a introducir a África en el mundo más próspero de mercados abiertos y flujo irrestricto de capital.

Con poderosas economías como la de Sudáfrica, y en un futuro Nigeria, y otros estados africanos en transformación, podemos comenzar a cambiar las vidas de los más pobres en el continente africano, que tan desesperadamente lo necesitan, y nosotros tenemos que ayudarles.  Es nuestra obligación.  Al igual que tenemos obligaciones en otras partes del mundo, creo que tenemos una obligación hacia el pueblo africano.

Y ahora, volviendo al Hemisferio Occidental, existen 500 millones de personas que viven en este maravilloso hemisferio donde nos encontramos, pueblos con los que compartimos fronteras, la mayoría de los valores económicos, y con la excepción del atavismo que es Cuba, la creencia extendida de que los pueblos que son libres y tienen un gobierno democrático preservarán la paz, y crearán y mantendrán la prosperidad que nos beneficiará a todos.

El Presidente electo Bush presta especial atención a esta región.  Como gobernador trató frecuentemente con México, un vecino cuyas elecciones recientes hicieron patente una vez más el poder arrollador de la democracia.  No debemos nunca descuidar la relación con nuestros vecinos.  Estoy sumamente orgulloso de lo que ha ocurrido en los últimos 12 años.  Cuando yo era Asesor de Seguridad Nacional, hace tan sólo 12 años, había dictaduras por doquier.  Había generales al mando de naciones y déspotas sin control.  Y ahora, 12 años después, todas esas naciones están de una u otra forma de camino a la democracia y el sistema de libre empresa, aunque tienen sus dificultades --no es un camino fácil. Sólo la Cuba de Castro sigue rezagada, y condenada al rezago, atrapada en la década de 1950, hasta que se dé cuenta de su error.

Un país que tendremos altamente presente es Colombia, que está pasando por un momento difícil --su democracia atraviesa dificultades.  El presidente electo Bush se ha reunido con el Presidente Pastrana.  Fue una buena visita y el Presidente Bush se quedó con buena impresión de la dedicación del Presidente Pastrana a los temas claves de la lucha contra el flagelo de las drogas ilícitas que amenzan la mismísima democracia del país y alientan a los insurgentes que socavan la democracia.  El nuevo gobierno apoyará el Plan Colombia, mediante el cual los Estados Unidos contribuirán $1.300 millones para ayudar al pueblo colombiano a enfrentar esta emergencia.

Por otra parte tenemos que hacer todo lo que podamos en nuestro propio país para eliminar la causa de esa emergencia, que es el consumo de drogas por los ciudadanos estadounidenses. Y tenemos que asegurarnos de que ello sea también un elemento esencial de nuestra estrategia respecto a Colombia.

Sr. Presidente, Miembros del Comité, sé que les he quitado tiempo, pero mi deseo era referirme a algunas relaciones especiales y las áreas que sé que son de mayor importancia para ustedes, y deseo concluir haciendo mención a algunas otras de carácter transversal.

Primero me referiré a las Naciones Unidas.  Yo también deseo expresarle mi agradecimiento a usted, Senador Helms, y a usted Sendor Biden, y a sus colegas por su excelente trabajo en dar una solución a este problema y resolverlo antes de que comience el Gobierno del Presidente Bush. Y deseo felicitar especialmente a mi buen amigo el Embajador Dick Holbrooke, y a la Secretaria Albright, y a tantos otros por la estupenda labor que realizaron.

Espero colaborar con el Comité para deshacernos de todos los problemas restantes en nuestra relación con las Naciones Unidas.  En el curso de los años he visto lo que las Naciones Unidas pueden hacer.  Es una gran organización y merece nuestro apoyo.  Ha representado nuestros intereses y los de los pueblos amantes de la libertad en todo el mundo.  Estoy deseoso de reunirme pronto con el Secretario General Kofi Annan y hacerle partícipe de nuestro deseo de trabajar muy estrechamente con dicha organización.

También quiero hacer alusión, Sr. Presidente, al papel que juegan las organizaciones no gubernamentales, el maravilloso trabajo que realizan en todo el mundo y cómo apoyan nuestra política exterior.  No me pasó desapercibido el hecho de que, en sus palabras ante la AEI la semana pasada, usted mencionó este punto y llegó a decir (y me alegró mucho escucharlo, Senador Helms) que estaría dispuesto a aumentar los fondos de ayuda externa si pudiéramos encontrar un nuevo modelo que aliente a las organizaciones no gubernamentales a recibir ese financiamiento.  Quiero decirle que espero colaborar con usted y otros Miembros del Comité para encontrar la forma de resolver sus inquietudes sobre cómo trabajamos en AID y en el Departamento de Estado, para que podamos obtener financiamiento adicional para diseminar la democracia y la libertad por todo el mundo.

Sr. Presidente, estamos en un momento muy interesante de la historia, y el Departamento de Estado hará lo posible por apoyar al Presidente electo Bush en su manejo de la política exterior estadounidense.  Entendemos que hay también temas transversales que no se refieren únicamente a una región, como es el caso del terrorismo, las cuestiones ambientales, la tragedia del SIDA y la tuberculosis, y otros males similares que afectan a la humanidad. Y el Departamento de Estado no pondrá su mira nivel regional solamente, sino que yo trataré de hacer mejor trabajo en considerar esas áreas transversales para asegurarnos de cumplir con nuestras obligaciones.

[Fin]

  
FirstGov
Este sitio es administrado por la Dirección de Asuntos Públicos del Departamento de Estado.
Enlaces a otros sitios en el internet no constituye un respaldo a las opiniones contenidas en ellos.
Informacion sobre Derecho de Autor | Advertencia